Sáb 6 sep 2025
Hace ya un tiempo que no escribía por aquí, y ahora, en estos momentos, me siento motivada. No sé por qué siento que mis ojos empiezan a arder por la emoción o la alegría… qué sé yo. Bueno, debo saber qué es, porque llevo años tratando de conocerme y entender qué pasa por esta cabecita loca.
Dejo que Doc me ayude con la corrección ortográfica y yo solo deslizo mis dedos rápidos por la pantalla, intentando que mi cuerpo se alinee con mi intención, que es sentirme relajada mientras hago lo que me gusta hacer. Y aquí viene la narrativa de mi gran discurso en estas palabras.
Desde hace ya 8 benditos años —por no decir malditos, ya que soy una fiel creyente de Dios y no puedo nombrar a su enemigo desde la existencia de la vida— me he dedicado a buscar en libros, blogs, artículos, páginas web, videos, etc. Todo lo relacionado con la vida, la existencia del hombre, la mente, cómo funciona el mundo, el porqué existimos y toda esa parafernalia del misterio de la vida. Y no consigo redactar más, porque cojo el celu y se va todo a la mierda.
Bueno, decía… el gran enigma y misterio de la vida, el porqué estamos aquí, el cómo algunas personas están tan dormidas y otras despiertas (como yo). ¿Estoy despierta?
Creo que sí. Y, ¿sabes?, a veces lo entiendo todo. A veces lo sé todo: el porqué pasa lo que pasa, el porqué de cada situación y también el porqué el misterio de la vida es así.
Para algunos es el infierno, para otros es el paraíso, y para algunos, el limbo. Lo explico mejor (porque siento que alguien lo está leyendo, espero): el infierno en la tierra, para algunas personas que están dormidas, es como si todo a su alrededor estuviera en su contra. Como sienten que nada les resulta o culpan a cosas y personas externas, se sumergen en este estado de víctima.
Luego están las personas que ven la vida como el paraíso (una vez estuve ahí, ya no). Ellas son privilegiadas, porque siempre sacan lo mejor de todo; es decir, que ven la vida como oportunidades. Si se equivocan, lo ven como aprendizaje.
Están sumergidas en un estado pleno de conciencia donde entienden el porqué de cada situación. No se rinden, y por mucho que la vida se ponga en contra, no desisten. Son personas que tienen una meta muy clara. Quizá en su vida sufrieron mucho, quizá no querían estar en ese constante sufrimiento y estudiaron mucho para alcanzar sus sueños. Siguieron un plan y lo consiguieron.
Y, por último, están las personas del limbo (aquí estoy yo), en un momento de mi vida donde ya pasé por mucho sufrimiento —pero es un sufrimiento necesario para darte cuenta de que puedes salir de ahí—. Ahora estoy pasando por la etapa del limbo. Déjame que te explique este concepto que se me ocurrió después de salir a trotar.
Al parecer, mi cerebro se oxigenó. El limbo es cuando una persona está despierta, ya ha estudiado lo suficiente: metafísica, las leyes universales de la vida, los chakras, se ha leído todos los libros habidos y por haber sobre cómo ser un súper ser humano… Ya pasó la etapa del infierno, para luego alcanzar la etapa del paraíso. Pero antes debe pasar la etapa del limbo, esa donde ya sabe qué hacer, pero le falta un 1,111111111% de confianza en sí mismo. Porque el cambio y la renovación a un nuevo yo no es de la noche a la mañana.
No, señor. Es algo que cuesta sudor y lágrimas. Es una metamorfosis (leeré ese libro) donde la oruga no sabe que se convertirá en una mariposa. ¿Quiere convertirse en mariposa? ¿Acaso no es un luto pensar que, después de pasar años arrastrándose por la tierra, no extrañará su vieja vida? Después de tanto esfuerzo mental que le costó ser mejor y diferente que los demás.
El dilema del ser humano: pasar del infierno al limbo y luego al paraíso. Algunos dejan este mundo viviendo en el infierno, otros, antes de un par de años de dejar este cuerpo, salen del infierno y pasan al limbo. Y solo unos pocos pasan desde el infierno al limbo y trascienden al paraíso, dejando este cuerpo sabiendo que seguirán en el paraíso.
Pero, ¿qué pasa con los que estamos en el limbo al momento de irnos? Lo dejo como un misterio, ya que aún mi cuerpo físico no se va.
